La imagen nos remite a pensar en que no
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misma manera. Lo que significaría avance
y “progreso” para unos, para otros podría
significar la pérdida de estilos de vida,
tradiciones y territorios donde es posible
construir compartidamente con otros.
Cada comunidad tiene el derecho de
elegir libremente qué estilo de desarrollo
es el que más se adecua a su cultura y
deseos de futuro. Esta postura se ve
claramente expresada en la palabras de Durán y Torchio:"el desarrollo sustentable está en armonía con la naturaleza y la población, es decir, es aquel que facilita el equilibrio de los procesos ecológicos y la diversidad de los recursos naturales; el que es compatible con la cultura y los valores de las sociedades y permite a su vez, la eficiencia económica y la equidad social entre las distintas generaciones” (Durán, Torchio, 1995).
Lo que se pretende con el desarrollo sustentable es una reciprocidad consciente entre el hombre y la naturaleza, conscientes de ser parte de una red estrechamente interconectada, en la que cada acción influye o impacta en la que le sigue.
Mirando en perspectiva los conceptos precedentes creemos que surge la necesidad de ser partícipes de procesos de cambio. La educación ambiental y la complejidad ambiental tendrán un fundamento ético, en un marco de diálogo de saberes ... y de ignorancias.
El campo de construcción de la educación ambiental será una concepción de educación acorde con la propuesta de Antonio Machado sobre la necesidad de comenzar a “repensar el pensamiento, a des-saber lo sabido y a dudar de la propia duda, único modo de comenzar a creer en algo”.
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